En la Residencia de Estudiantes. Mujeres, árboles y poetas
César M. Arconada (La Gaceta Literaria, año II, nr. 40, 15 agosto 1928)
– César. M. Arconada: ¿Y este friso? Esto es un documento valioso. Una vista panorámica de la Residencia.
– José Moreno Villa: Es un dibujo hecho de alusiones al Curso. Aquí, unas alumnas, el perro de Jiménez Fraud, el guarda, una cabeza de toro -obsesión de los extranjeros-, los chopos, la cúpula del cuartel, sillas, el jazz-band de las veladas…
Noticias para fuera de España
Sepan ustedes ahí -en New York, en Baltimore, en California, en Londres…- Sepan ustedes señoritas: alumnas lejanas de nuestro idioma…- Sepan ustedes estas noticias: Que el Centro de Estudios Históricos abre todos los veranos sus puertas -de la sabiduría- a los extranjeros. Que la Residencia abre sus pabellones románticos a la coquetería femenina. Que el Centro envía el equipo más fuerte de sus profesores. Que la colina libérrima -linfa y chopos. Algo de morisco Albaicín- tiene frescura de sierra -saludos de Guadarrama–
El Centro de Estudios Históricos -esa isla de ejemplaridad en medio de nuestras deficiencias universitarias- organiza estos Cursos de vacaciones para extranjeros. Y los organiza con el máximo rigor y, por lo tanto, obtiene la máxima eficacia. Véase -en esquema- el plan del curso: 1o. Tres series de conferencias sobre Lengua, Fonética y Literatura Españolas. 2o. Trabajos prácticos de Pronunciación, Vocabulario y Sintaxis. 3o. Una serie de conferencias sobre Historia de España, Geografía, Arte, etc. Además, durante el curso se efectuarán visitas a los Museos y excursiones a las ciudades artísticas, como Toledo, El Escorial, Segovia… Complementariamente -y voluntariamente- se realizan estudios especiales -diez lecciones de cada materia- sobre Literatura, Vida española, Entonación, Música popular y Español comercial. Y, por último, una cosa importante: también se baila.
– ¿Jazz, Salinas? ¡Oh, es admirable!
– Sí; todos los viernes, hay velada después de cenar. Un poco de baile, un poco de expansión, un poco de recreo. Trabajamos mucho durante la semana.
Al final del curso, los alumnos pueden obtener -mediante examen- diploma de suficiencia. Casi todos lo piden, y como son aplicados, casi todos lo obtienen. Después, los alumnos echan a volar desde esta colina libérrima de la Residencia. Van a New York, a Baltimore, a California, a Londres… Y por el mundo -caminos o caminos- llevarán siempre un hueco de devoción hacia España: que nada influye tanto en los afectos como el saber, como el conocer.
Una mañana en la Residencia
Cualquier mañana hemos subido hasta aquí: verde y fresca colina. Con un mar de sol en su torno y un friso de sierra en el horizonte. Estaba animada la galería. Revuelo -bandadas- de vocablos ingleses. Muchachas rubias. Bellas.
– Por aquí entran las damas. Sigamos detrás.
Y de pronto nos hemos convertido en alumnos de Dámaso Alonso. Qué inspección más gustosa: Conocer la otra vida del escritor. Su vida profesoral, docta, útil. Conocer -acaso- el gesto nuevo, la palabra nueva. Lo que no ha transcendido a la literatura, lo que no ha transcendido a mí.
Aquí está el escritor -el profesor- sobre el estrado. ¿Estoy yo solo en el secreto? Probablemente. Los demás alumnos escuchan sus explicaciones de gramática. Mientras, yo pienso que a la otra orilla de esto hay un escritor, un compañero -otra vida-. Empiezo a hacer reflexiones sobre mis lejanías con los alumnos, que tengo cerca, y sobre mi proximidad con el profesor, que tengo lejos.
Todos los alumnos toman sus notas. Yo saco también mi cuaderno y comienzo a escribir frases cortadas: «D. A. me parece un gran profesor.- El viento enredado a los árboles se asoma por las ventanas.- Aquella dama que me mira ha debido conocer que soy un intruso.- Dámaso saca, en su cátedra, la voz fuerte de la contundencia, de la incrustación.- La noche del encerado se ilumina de rayos de tiza.- Habla con fluidez, con facilidad, casi con belleza.- Concha Méndez entra acompañando a una bella joven.- Cuento los pianos que hay en la sala: dos.- Con mucho gusto daría un beso a esta rubia que tengo al lado.». Etc.
Dámaso Alonso continúa explicando su lección. Habla de las preposiciones, de los dialectos, de los vulgarismos, del español de España y el español de América. La lección resulta ágil, entretenida, curiosa. El profesor habla con pasión, con energía. Cambia a cada momento de actitud: se levanta, se sienta, escribe en el encerado….
Al final, todos los alumnos le obsequiamos con una ovación nutrida.
– Dámaso: es usted tan buen profesor como escritor.
– Ya habrá usted visto. Hoy: el último día. Una conferencia sin importancia. Y poca gente… ¿Y usted qué busca por aquí?
– Busco a Salinas. Ayer estuve persiguiéndole por teléfono. Necesito hablar con él.
– Mírele. Aquí viene.
Pedro Salinas: capitán.
Este año dirige el Curso para extranjeros el gran poeta Pedro Salinas. El -amplias espaldas de marinero- es el capitán de esta colina -de esta colonia- flotante, bulliciosa de gente provisional y viajera.
Con este director -gran capitán de literatura- la nave de los estudios debe haber navegado bien. Porque los negocios en manos de los poetas florecen en prosperidades. Es un error creer que los poetas desvarían. Ellos dirigen negocios con la misma facilidad que dirigen versos. Se equivocan los que todavía tienen una idea romántica del poeta. Hoy, todos son dinámicos.
Quien no conozca a Pedro Salinas, tal vez se le figure lento y premioso. Sentado en el limbo de los sueños. Contemplativo y estático. Trabajando afanoso -y meticuloso- su gran prosa lírica. Parco en producir, en trabajar, en obrar.
Quede desvanecido el posible error. Salinas es todo lo contrario. Un hombre activo. Trabajador. Fecundo. Dinámico. Despierto. Salinas es capaz de largas y pesadas empresas -traducir a Proust, dirigir un Curso para extranjeros-. Salinas vive con agitación, con precipitación. Salinas es, en fin, el Poeta que desmiente al Poeta. Al Poeta -romántico- vago, soñador e inútil, y cuya imagen es inquebrantable en las imaginaciones filisteas.
Si ahora, durante el Curso, queréis hablar con Salinas de algún asunto que exija más de tres minutos de conversación, no podréis. Salinas está entregado, íntegramente, a su trabajo. Se levanta a las cinco de la mañana, vigila las clases, da conferencias, acompaña a los profesores, despacha la correspondencia, recibe telegramas, contesta consultas, examina trabajos…
Y, sobre todo, firma autógrafos. A cada momento, bellas señoritas con su libro –«Presagios»– acabado de comprar, le detienen y le ofrecen, con una sonrisa suplicante, la primera página del libro para que escriba la dedicatoria.
Salinas rasguea un largo -y acaso galante- ofrecimiento, y devuelve el libro con una cortés inclinación.
– Señorita…
– Thank you…
En buenas manos -de piloto lírico- está este año el Curso de vacaciones para extranjeros. Cuando nosotros llegamos a la cubierta de la nave, ya están recogiendo las velas. Pero se oye ponderar el viaje. Seguramente, todos estos estudiosos tripulantes de la colina libérrima de la Residencia estarán satisfechísimos de un director tan experto.
– Amigo Salinas. Unos minutos. Quiero hablar con usted unos minutos.
Justificación del título.
Y en las salas, en las galerías, en los paseos: mujeres rubias. Bullicio. Forcejeo de idioma. Mujeres rubias sobre la cubierta de esta nave -Residencia-, que hiende su quilla en las aguas de la meseta.
Mujeres de lejanas azules duendes en los ojos. Mujeres inclinadas bajo las olas de la sombra, sobre los cuadernos, sobre los libros. Mujeres inclinadas sobre las fuentes del idioma, turbias de problemas. Mujeres -liberalmente libres en las salas, en las galerías, en los paseos.
Arboles:
Y sobre esta colina –sagrada–: árboles. Sonrisa verde. Formaciones de boj. Carmín de flores. Altas plumas de ave de los chopos escribiendo nostalgias ribereñas de Castilla.
Arboles: hilando el copo de viento que viene de la simas carpetanas. Frescura de agua y de sombre. Frescura de cascabeles de hojas. Colina vigilada por árboles: guardia firme frente al enemigo- sol que inunda los contornos, los páramos…
Poetas:
Y poetas también: Entre mujeres, entre árboles. En este ambiente de cima arbolada. Aquí: al margen de la ciudad, los poetas hacen con gusto su nido de residencia.
A casi todos los poetas jóvenes de Espana los hemos encontrado hoy aquí: a la sombra de los árboles y de las mujeres. Pedro Salinas, Dámaso Alonso, Rafael Alberti, Concha Méndez, García Lorca, Moreno Villa.
Conversación acerca del Curso.
– Salinas, déme usted algunas noticias sobre el Curso actual. ¿Qué duración tiene?
– Cuatro semanas. Es poco tiempo, pero se aprovecha bien.
– En un mes, ¿pueden aprender el espanol?
– Casi todos los alumnos lo saben ya. Vienen a perfeccionarlo. La mayor parte de ellos se dedican a la enseñanza del espanol en sus países.
– ¿Cuántas horas de clase?
– Mire usted cualquier día del calendario del curso. Hoy, por ejemplo. A las nueve de la manana: Prácticas de pronunciación. A las diez: Comentarios de textos. A las once: Lengua. A las doce: Historia. A las tres de la tarde: Exámenes finales. A las cinco: Música popular. A las seis: Vida española. A las siete: Comercio y Entonación. Y a las diez: Velada.
– ¿Cómo está organizado el Curso?
– Tenemos un curso general, obligatorio, que deben seguir todos los alumnos. Este curso se compone de diez lecciones de lengua española, por Dámaso Alonso. Diez lecciones de fonética española, a cargo de Samuel Gili Gaya. Y otras diez conferencias que doy yo sobre literatura española. Además, todos los días los alumnos hacen prácticas de sintaxis y comentario gramatical, en grupos de diez alumnos, confiados a profesores del Centro. Y numerosos ejercicios, de traducción, de composición, de escritura al dictado, de fonética.
– ¿Y el Curso especial?
– Este Curso no es obligatorio. En él se ha tratado de «La Vida y obras de Cervantes», diez lecciones, por Pedro Sáinz Rodríguez. «Literatura española contemporánea», diez lecciones, por Dámaso Alonso. «La vida y las costumbres españolas, con referencia a la historia y al lenguaje usual», diez lecciones, a mi cargo. «La música española», diez lecciones, por Rafael Benedito. «Español comercial», veinte lecciones, por Justino de Azcárate.
– ¿Y las conferencias?
– Las conferencias son complementarias del Curso. Están confiadas a personas especializadas en materias que pueden interesar a los alumnos. En este Curso se han dado las siguientes: «Estado social y político de la mujer en España» y «Las novelas de Emilia Pardo Bazán», dos conferencias, por María de Maeztu. «Moratín y el teatro español contemporáneo», por Andrés Ovejero. «Geografía de las regiones españolas», por Juan Dantín Cereceda. «Arte español; bosquejo de la vida artística en España», tres conferencias, por Elías Tormo. «La pintura moderna española», por José Moreno Villa. «Obras maestras de la arquitectura española», por Manuel Gómez Moreno. «Bosquejo histórico de la escultura española», por Ricardo Orueta. «Historia del desarrollo de la civilización española», por Claudio Sánchez Albornoz.
– Efectivamente, realizan ustedes una gran labor.
– Además, hemos hecho excursiones a Toledo, a El Escorial, a Segovia, a Aranjuez. Y hemos efectuado visitas a los Museos del Prado, de Arte Moderno, Romántico, Arqueológico, y de Osma.
Moreno Villa, pintor de cámara.
En el extremo de una alta galería, frente a la luz, frente a la sierra, Moreno Villa tiene su cuarto -revuelto- de pintor. Hasta esta celda llegan las novicias -alumnas- a posar. Hasta esta celda llegan los frailes residentes a conversar con el padre Moreno Villa, que tiene unas manos primorosas para bordar sobre el papel caprichosos dibujos.
Si García Lorca es el poeta oficial de la Residencia, Moreno Villa es el pintor. El pintor de cámara. El pintor -y el poeta- que corresponde a esta institución de estudiantes modernos, avanzados, liberales y deportistas. Moreno Villa, con sus largos años de residente, es el historiador gráfico de esta colina bulliciosa y juvenil, fresca de árboles y de agua, donde se están formando los espíritus más despiertos de España.
Moreno Villa no podía faltar a sus deberes de pintor de cámara. En su cuarto tiene numerosos dibujos de alumnas del curso actual.
– Publique usted esta cabeza. Es la hija de un obispo protestante.
– ¿Y esta otra muchacha?
– También alumna. Son estudios, actitudes. Llévese ésta.
– ¿Y este friso? Esto es un documento valioso. Una vista panorámica de la Residencia.
– Es un dibujo hecho de alusiones al Curso. Aquí, unas alumnas, el perro de Jiménez Fraud, el guarda, una cabeza de toro -obsesión de los extranjeros-, los chopos, la cúpula del cuartel, sillas, el jazz-band de las veladas…
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Profesores, pintores, poetas, árboles, alumnas… Nuevo aviso para fuera de España: Si quieren ustedes aprender nuestro idioma, tomen billete directo para esta colina de la Residencia, desde la cual se divisa una España nueva, joven, vital…